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jueves, 19 de enero de 2017

Snuff

Una ventana donde todo puede ser visto, un lugar donde todo puede ser mostrado, sin limites ni pudor... cuantas fotografías por segundo circulan en las redes sociales donde habitas.
Cuando una cámara además de todo lo que nuestra enferma mente quisiera mostrar... es de alguna manera un instrumento de desahogo... es cuando comienzan aparecer la parte enferma de cada uno...
Que tal si uno aplicase la moral de Thomas de Quencey... y se empezara a formar cierta sensibilidad... hacia lo repugnante...
Existe una inclinación nata hacia el placer sobre lo prohibido y lo desconocido... si el umbral sobre lo prohibido comienza a aumentar a limites mucho mas sórdidos aun... es probable que ante nuestros ojos comiencen a aparecer ciertas cosas repulsivas, que iremos aceptando poco a poco y formando un paladar hacia imágenes nefastas....
Velorios y entierros comienzan a hacerse abiertos en fotos y videos... lentamente ya no queda claro el concepto de intimidad y discreción... cuando todo es publicado y establecido mediante las redes sociales...
Y uno puede decir... podemos estar a un lado del camino y coexistir... pues seria como ir mas lento... dado que las redes sociales y el Internet logra velocidades en la comunicación, e interrelaciones mucho mas veloces para los que quieren estar fuera de la nube.
Pues... bien ... el Snuff-movie... sea cierto o ficción, debe considerarse una forma de terrorismo informático...
Todas aquellas fotografías encontradas sobre pedofilia infantil en el año 2000 no era nada más ni nada menos.. Que trucos ensamblados con programas de diseños como Corel, Photoshop y otros...
Pero de alguna manera... al estar circulando esas fotografías... sean ciertas o no... es una forma de terrorismo informático o es quizás satisfacer las necesidades de ciertos grupos acaudalados como lo dice el estudio del periodismo en general.
Aquí expongo uno de los cuentos de mi autoría, donde muestra, una parafilia nefasta sobre crímenes sexuales ceremoniales y sectas... no está planteado el Snuff como una pornografía pero si tal vez como una parafilia establecida en muchos asesinos en serie, por otro lado quiero dejar un fragmento del escritor Thomas de Quencey... sobre su obra "El homicidio como una de las bellas artes"... debido a estos tres pilares:
1) Un cuento donde se narra el origen en antiguas culturas paganas
2) La leyenda de las películas Snuff que se muestra ante cámaras dicha ceremonia
3) Y un tratado filosófico donde se narra una sensibilidad creada sobre esas cosas...

A esas 3 cosas en acción en el canal de una red social... donde todo es visto en un segundo por millones de personas... va aparecer contenido de ese estilo... sea falso o verdadero a través del bombardeo informativo... nuestra sensibilidad será afectada, cuestionada y también cambiada.

 Thomas de Quincey
 El asesinato considerado como una de las bellas artes (fragmento)

"Cuando un asesinato está en el tiempo paulo-post-futurum-, esto es, cuando no se ha cometido, ni siquiera, de acuerdo con el purismo moderno, se está cometiendo, sino que va a cometerse -y llega a nuestros oídos, hemos de tratarlo moralmente por todos los medios. Supongamos en cambio que ya se ha cometido y que podemos decir de él: “tetelestai”, está terminado o (con el dimantino verso de Medea) “eirgastai”, hecho está, es un fait accompli; supongamos, a continuación, que la pobre víctima ha dejado de sufrir, y que el miserable que le ha dado muerte se ha esfumado y que nadie conoce su paradero; supongamos, finalmente, que hemos hecho cuanto estaba a nuestro alcance al estirar las piernas y correr tras el fugitivo, aunque sin éxito -abii, evasit, excessit, erupit, etc-llegados a este punto, ¿de qué sirve la virtud? Bastante atención le hemos dedicado ya a la moral; le ha llegado el turno al gusto a las bellas artes. (...) 
El asesinato, en casos comunes, donde la simpatía está enteramente dirigidas al caso de la persona asesinada, es un incidente de horror tosco y vulgar; y por esta razón, que arroja el interés exclusivamente sobre el natural pero innoble instinto por el cual nos aferramos a la vida; un instinto, el cual, al ser indispensable a la primera ley de auto-preservación, es el mismo en tipo (aunque diferente en grado), entre todas las criaturas vivientes; este instinto, por tanto, a causa de que aniquila todas las distinciones, y degrada la grandeza de los hombres al nivel del “pobre escarabajo que pisamos”, exhibe la naturaleza humana en su más abyecta y humillante actitud. Tal actitud sería poco conveniente a los propósitos del poeta. ¿Qué debe entonces hacer? Debe dirigir el interés sobre el asesino. Nuestra simpatía debe estar con él (por supuesto quiero decir una simpatía de comprensión, una simpatía por la cual penetramos dentro de sus sentimientos, y los entendemos, no una simpatía de piedad o aprobación). En la persona asesinada, toda pelea del pensamiento, todo flujo y reflujo de la pasión y de intención, están sometidos por un pánico irresistible; el miedo al instante de la muerte lo aplasta con su mazo petrificado. Pero en el asesino, un asesino que un poeta admitiría, debe estar latente una gran tormenta de pasión -celos, ambición, venganza, odio-- que creará un infierno en él; y dentro de este infierno nosotros miraremos."

Nota del editor:  El cuento al que hace referencia el columnista en esta entrada, fue subido en una entrada independiente, al que se puede acceder en el siguiente enlace: Snuff, la sexualidad del futuro
Gracias


Autor: Kain Spencer
 

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